martes, 31 de marzo de 2015

Canción solitaria IX


(Recomiendo darle play al video que aparece al final, espera unos segundos y escuchalo mientras lees este capitulo)


Fiona

Caminando en un sendero oscuro, con mi acompañante desconocido, soy yo quien tiene las riendas, aunque sin saber a dónde podemos llegar, sin un foco de luz o guía, trato de calmarlo, me desconozco, no soy yo, discutimos sin que pueda oír su voz, solo sentía la molestia y quería atacar, pero no lo hacía, el camino no veía fin.

Una ráfaga de viento me empuja y tropiezo con una piedra, caigo en el vacío, mi acompañante me sujeta de la mano, le pido que no me suelte, en ese momento la escucho con tanta claridad, era ella, me sujetaba la mano, todo este tiempo ella estaba conmigo y no lograba verla, ahora mi vida dependía de su fuerza para sostenerme. Le pedí con todo el desespero que desconocía en mí, que no me suelte, grito muy fuerte, se lo imploro, promete no hacerlo, pero en ese momento empiezo a ser quien recuerdo ser, mis manos empiezan a sudar, resbalaba de ella, pero ya no podía gritar, ya no podía implorarle que me deje vivir, porque quiero vivir.

Finalmente caigo y no veo más que su rostro haciendo muecas desconocidas, a lo lejos mientras sigo cayendo hacia el vacío sin nunca ver el final, recibo un golpe en la cabeza con la rama de un árbol entre la montaña. Veo negro.

Abro los ojos rápidamente, permanezco inmóvil, palpando mi frente sudorosa con las manos en el mismo estado, mi respiración se agita por un momento, recuerdo que no estoy sola en mi habitación.


- ¿Estás bien, Fiona?


- Prometiste no soltar mi mano.


- ¿De qué hablas? – Decía mientras me palpaba la frente también, con manos cálidas y preocupadas-


- ¿Qué hora es?


- Ven acá. –Me acuna entre sus brazos- Aun está oscuro, solo tuviste una mala pesadilla. ¿Quieres hablarme de eso?


- No lo sé. ¿Me soltarías la mano si te pidiera que no lo hagas?


- Ni aunque me lo pidas, Finini. – Me da un beso en la comisura de los labios y volvemos a dormir, ya me sentía un poco mejor-


Lisa

Despierto a primera hora para hacer el desayuno, no encuentro nada de lo que estaba buscando, todo tiene un orden diferente en la cocina, decido ir a comprar yogurt con cereal y sándwiches para llevarlos a casa y comer con ella. Me encontraba en una especie de trance donde no podía creer lo realmente feliz que estaba.

Había pasado mucho tiempo ya desde mi primer beso serio con Fiona, y aunque no se haya vuelto a repetir, hemos estado mas unidas, entre los estudios, el club de lectura y los ensayos, me las he ingeniado de las mil maneras para verla así sea un minuto, procuro que todo lo hagamos juntas, ella sigue juntándose con la enana asquerosa, pero eso no ha sido problema, porque trato de estar presente en cada junta. Así no entienda mucho de lo que dicen, se que Fiona me mira a mí y soy su atención. O por lo menos me gusta pensarlo.

Ella aun no me pide las cosas directamente pero por alguna razón he aprendido a entenderla, su madre y la señora Helena se fueron a un viaje de negocios por cinco días y por lo que tengo entendido, era primera vez que Fiona no iría con ellas, primera vez que Fiona estaría completamente sola, pero estaría conmigo, Helena me pidió que la acompañe durante esos días, que no le haga entender que fui a petición suya, por lo que gracias a mi creatividad pude hacer que Fiona me lo pida ella misma. Y aun no sé cómo fue que lo logre.

Nuestra primera noche ya a solas en casa transcurrió de lo más normal, vimos una película, estudiamos para el examen del día siguiente, comimos, y hasta me dio permiso de revisar su armario, cosa que aun me tiene fascinada.

Fiona despierta a mitad de la noche sudando con la respiración agitada como si hubiese tenido una terrible pesadilla, hacerla dormir nuevamente me reconfortó de una manera indescriptible.


Diana

Ya después de que Lisa se haya mudado con mi eterno amor frustrado, no he perdido una oportunidad para acercarme a esa linda morada, la veo mas seguido, e incluso a veces cuando van juntas a la uni y me pasan buscando, son los momentos mas felices que inmortalizo en mi memoria, cuando por supuesto, me gustaría que llegase a algo mas. Aun asi, lo mejor de todo ha sido que pude acercarme más a ella. Me tenía completamente loca y mi poder para disimularlo cada vez me era más traicionero.

Mi vida iba viento en popa, el inútil de su ahora ex novio ya no la había fastidiado mas, y mas de una ocasión pude ser ese hombro que la ha estado consolando, aunque siendo sincera conmigo misma, aun no sé cómo hacer exactamente para que se fije en mi.

Le he tenido más afecto hasta a Fiona, quien en una ocasión cuando las cuatro salimos de fiesta, al poco tiempo le pide a Lisa para irse, lo cual con un poco de suerte, me deja sola con Sara y pude llegar a conocerla más. Aunque ella nunca haya mostrado interés para querer conocerme a mí. No importa, se que lo lograré.

Ahora que Lisa va a pasar estos días en casa de Fiona, me habría gustado hacerle compañía a Sara,
hasta me hice la que no sabía y fui a visitar a Lisa y rogar en silencio a que Sara cuando me diga que no está, me deje pasar. Pero mi plan no funcionó la primera noche y ya no tenía una segunda oportunidad.

Una vez en la universidad, me dirijo a los baños antes de tomar la última clase del día y a pesar de encontrar mucha gente en pasillo, el baño se encuentra desierto, abro la puerta extrañada y noto que uno de los cubículos estaba bloqueado. No le presto más atención y me retoco el maquillaje, escucho ruidos, retomo la mirada hacia el cubículo.


- ¿Hay alguien ahí?


El ruido se apaga y escucho una risa. Vuelvo a preguntar y nadie responde. Había entendido que estaba sucediendo, quise irme lo antes posible para no saber quiénes estaban haciendo que-se-yo en los baños y no quería ser cómplice.

Ya una vez en clases, y con cierto nerviosismo ante la escena anterior, me di cuenta de que deje la libreta, trato de hacer memoria recordando si la había llevado al baño, y justo al confirmar mi temor, entra la profesora Lencastre, con las hojas de exámenes ya corregidas. A medida que nos va llamando debíamos acudir a su escritorio para tomar la hoja. Cuando es mi turno ella me mira de una manera diferente, trato de evadirla pero al entregarme el examen…


- La quiero en la biblioteca después de clase.


Miro mi calificación y me siento extraña ya que tuve nota completa y no entendía la razón de su citación. Me regrese a mi puesto en silencio.


Victoria

Excelente, me encanta esta universidad, la única piedra en el zapato que he tenido es mi tío, pero eso no impide que tenga una que otra aventurita con algún personal o alumnado.

Entro al baño común, ya que mi oficina se encontraba en mantenimiento, y recuerdo los viejos tiempos cuando era estudiante, como se me dificultaba hacer amigos gracias a mi apariencia, era tan tímida que ahora al recordarlo me dieron ganas de vomitar, me miro en el espejo y veo el reflejo de Minerva, quien ya es profesora de facultad de Derecho, volteo rápidamente para asegurarme de que era real. Me había estado evitando desde que entré a dar clases y ahora nos encontrábamos a solas en un espacio reducido. Los años la habían favorecido menos, y su cintura reflejaba todos los excesos que en nuestra juventud pudimos haber tenido, era mi única amiga hasta que un giro inesperado me hizo cambiar y dejarla en el olvido.
La tensión sexual era evidente, por lo menos de mi parte, pero luego de intercambiar una que otra palabra pude arrastrarla al cubículo que decía estaba en mantenimiento, logramos hacer parecer que estaba bloqueado por fuera para que nadie nos interrumpiera. Ya cuando me tenía agachada complaciendo a mi compañera, tal como mil veces había hecho en el pasado, nos interrumpen, procuro no hacer ruido para que la intrusa se vaya. Minerva suelta una risa nerviosa ya que yo había vuelto a lo mío, entre sus piernas.

Escucho la puerta cerrarse e inmediatamente salimos, nuestro encuentro no llego a mas que eso, nos besamos por un largo tiempo hasta que se fue sin decir más, vaya, por lo menos ahora sé que tendré otras oportunidades con ella.

Vuelvo a mirarme en el espejo mientras me arreglo el cabello, al menos estaba algo mas arreglada que cuando entré. Me lavo la boca y las manos y justo cuando me iba me fijo en un cuaderno que recuerdo no estaba cuando di el primer vistazo al entrar. Sabía que era de la única persona que nos interrumpió. Ya nerviosa lo hojeo, miro el nombre e inmediatamente recuerdo quien es, bien una chica con buenas calificaciones, justo tenia clases con ella.

Pensé en dejar el cuaderno ahí para que ella lo busque y ya nadie se entera de nada, pero una brillante idea me vino, es la amiga de esa chiquilla vulgar, Lisa Priest. De alguna manera obtendría beneficio de tenerla a mi lado.

Una vez terminada la clase, la había citado en la biblioteca, odiaba no tener mi espacio privado, pero era por pocos días.


- Veo que llega puntual, señorita Villareal.


- ¿Algún problema con mi examen, profesora?


- No precisamente con tu nota… Sino tu impertinencia.


- ¿Mi impertinencia? No sé de qué me habla.


- Claro que si lo sabes.

Ya notaba el nerviosismo en su cara, la biblioteca poco a poco se iba vaciando y me encontraba a solas ya con esta chica, quien a medida que hablábamos me daba cuenta de lo sub valorada que la tenia. Realmente es inteligente, y no menos preciosa.

Ya a la media de hora la logre convencer de que su poco respeto a la privacidad le traería malas consecuencias si decido tomar cartas en el asunto, me habría jurado mil y una veces que no sabía quiénes estaban en el baño. Que decidió irse lo antes posible para no caer precisamente en la situación que estaba, que no diría nada. Aun así decidí no torcer mi brazo y emplear lo que mejor se me da. La manipulación.


- Es tu palabra contra la mía.


- ¿Por qué me hace esto?


- Nada personal, solo debo mantener mi reputación. Soy tu profesora, no lo olvides nunca.


Lisa y Fiona


(Lisa) Mi segundo día conviviendo con lo más hermoso que jamás pude haber soñado, ya quería irme de la universidad solo para estar con ella a solas. Perderme en esos ojos grises como tantas veces lo he hecho y jamás me cansaría.


- ¿Qué vamos hacer ahora? ¿Ya quieres irte a casa?


- Podemos ir a comer primero.


(Lisa) Adoraba la idea de que ella esté conmigo en todo momento y que ella misma me pida hacer cosas juntas. Pero no podía sacar de mi cabeza las últimas palabras de la señora Liliana antes de dejarnos solas. “Hablaremos cuando llegue de viaje” ¿Qué podría decirme? ¿Sera que piensa que tengo malas intenciones con su hija? Trato de no desanimarme mucho, si me pidieron que me quede con ella, tendrán sus razones, igual se las preguntare. Pero ahora, quiero disfrutar del presente.


(Fiona) Ya camino a lo que se ha convertido en nuestro lugar favorito para comer juntas, el silencio reinaba en el carro, silencio que no era habitual en mí romper, pero sentía la necesidad de hablar con ella, de alguna u otra forma me siento más abierta. Había vuelto a hablar con Norma y desde aquella ultima vez, ella me hacia entenderlo todo nuevamente.


- Quizás por el hecho de que ahora nos vemos mas, ya dejaste de agarrarme la mano.


- ¿Ajaa? –Mi cara de sorpresa por ese comentario era digna de ser retratada- Así que la señorita Duarte extraña cuando le agarro la mano en el carro. – Mientras me detenía en un semáforo y volteaba a verla y le agarro las dos manos-


- Me gusta más cuando me llamas por mi nombre. – Nuevamente siento ese escalofrío cuando me toca-


- Y a mí me gusta más cuando me dices lo que te gusta.


(Lisa) Luego de el breve intercambio de palabras le mantengo la mirada y le aprieto las manos sutilmente para que no se suelte, me acerco con un poco de prisa y le planto nuevamente un beso en los labios, no quería detenerlo, realmente alucino cada vez que puedo besarla sin preocupaciones. Todo iba genial hasta que el susto me hizo dar un pequeño brinco cuando escuchamos las cornetas de otros carros, evidentemente el semáforo ya estaba verde.

(Fiona) Ya después de comer reviso Foursquare para buscar algún lugar tranquilo donde podemos pasar el resto de la tarde, sin música ni interrupciones. Finalmente llegamos a un parque que es como una especie de mini selva dentro de la ciudad, hacían un show improvisado, nos detuvimos a verlo, Lisa me compró algodón dulce, y la tarde transcurrió muy tranquila.


- El algodón está muy dulce. Pero tú conmigo lo eres más.


- ¿Ah si? Diría que esta coqueteando conmigo señorita. – Le decía mientras saboreaba sus labios dulces de algodón-


(Lisa) Una vez en casa, pasadas las 9 pm quise continuar con lo que había empezado en el carro, mientras ella agarraba una botella de la nevera, la agarre por detrás en la cintura, espere a que volteara y puse lo que tenía en manos sobre el mesón. Me pegue a su cuerpo todo lo que pude, irrespetando ese espacio personal que cada vez con menos intensidad me pedía. La abrazo por el cuello y le digo…


- Fiona, ¿puedo preguntarte algo?


- Ya lo estás haciendo.


- Claro – Ya empezaba a morderme el labio- Eso que pasó más temprano en el carro, cuando me pediste que te agarre la mano…


- No entiendo tu pregunta.


- Tienes razón, quizás solo deba olvidarlo.


- Yo no dije eso. ¿Qué quieres decirme Lisa? – Separándome un poco de ella-


- Quiero decir… No entiendo cómo puedes hablar y pedirme cosas que no se si sabes esto pero ¡me encantan! ¿Cómo puedes a veces recibir mis besos y simplemente al otro momento eres de piedra completamente? ¿No sientes nada?


- No quiero hablar de esto ahorita, por favor. –Agarre nuevamente la botella y me servía del jugo-


- ¿Ves? Nunca podemos hablar de esto. Nunca me quisiste decir de qué iba tu sueño de anoche, ni siquiera un simple sueño puedes compartir conmigo.


(Lisa) La dejo sola en la cocina y me voy a su cuarto, aunque deseaba irme a mi casa pero no podía dejarla sola, lo había prometido. Una vez allí, me cambio y visto la pijama y quedo sin sujetador. Tenía ganas de llorar pero no me dejé. Agarre mi teléfono y me quede un rato chateando con Diana sobre equis tema hasta que aparece Fiona nuevamente. Me sentía triste, e inmediatamente cuando la vi fui directo a abrazarla. No valía la pena pelear por eso si vamos a pasar la noche juntas. Mañana seria otro día.


- Lisa yo…


- No, lo siento –Pegando mi frente con la suya- no hablemos mas de esto, ¿si? Solo tienes que entender que… No tienes que guardarte las cosas para ti. Puedo ayudarte, y si no se cómo hacerlo, puedo aprender, pero quiero… Yo te quiero Fiona…


- Es complicado.


- Lo será más si no estás dispuesta a compartirlo, no sé bien que te ha pasado, o que es lo que te está pasando, pero si se bien que estaré contigo cuando quieras hablarlo. ¿Está bien?


(Lisa) La abrazo por un largo rato. Cada vez lo hacía con más fuerza, la agarraba más. Sabía que no perdería nada si volvía a intentarlo así que la bese, no me cohibí para nada. Quería que sucediera y si dejaba de intentarlo quizás no iba a suceder nada ahora… O nunca.